Hoy, entre la nostalgia de revivir tiempos pasados, me he encontrado con emociones ya añejas, que como un buen vino, no se han amargado, sino que se han fortalecido con el resonar del reloj. Pasan las estaciones, los meses, los días, las horas, minutos fluyen cual cauce desbordante solo con la esperanza de volverte a ver.
Y sin embargo, no quiero que mires en mis ojos. No quiero que, por intentar hacerme sentir bien conmigo mismo traiciones tu escencia y hagas algo de lo que te arrepentirás en el futuro. Porque lo harás, de eso estoy seguro. No quiero que, al mirarme profundamente, puedas quitar este velo que me he construido con el afán de hacer nuestras vidas más sencillas, sin muchas complicaciones.
Pláticas van y vienen, cosas triviales y fútiles es nuestro más usado tema de conversación. Quiero pensar que es porque, en cierto modo, si entramos a platicar a profundidad necesitamos develarnos como somos. Y si lo hacemos, corremos el riesgo de hacer incomodar al otro. Es... tan extraño que parece obvio. Un mismo carácter con sus distintos toques de personalidad propia, haciendo que tengamos que levantar muros infranqueables para que el otro no pueda ver hacia dentro. Y con esto nos aislamos tanto de nosotros como del mundo exterior. Al menos así es como yo lo veo. Fortalezas impotentes solo para dejar al otro confundido, y asombrado de que todo esté bien.
Pero nada está bien. Recuerdos vienen, se acumulan, y me golpean cual prisionero condenado a muerte. Latigazos en el alma, sudor y sangre, dolor y miedo...
Y si no son los recuerdos míos, el mundo es el que me hace recordarte. En mi propia piel, en mi cabello al sol, recuerdos familiares, tan frescos como el rocío matinal. Y sin embargo, tan efímeros como el mármol. Ahí están, inamovibles, estacionarios, grabados con fuego en mi mente.
Y el paso de los recuerdos solo lleva a más recuerdos. Pláticas, sentimientos encontrados, confesiones indecibles y confianza ciega es todo lo que encuentro a mi alrededor.
Ahora, de todo esto, un recuerdo más: será que pasé a ser otro idiota más, y tu trato es pura cortesía? o, por el contrario, hay interés genuino? La única manera de saber es preguntando. Y sin embargo, hay muchas cosas las cuales son mejores... si no se dicen.
jueves, 29 de octubre de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)